1- Durante el invierno o los días de mucho frio hay que
intentar no abrigarse excesivamente y procurar que no permanezca en lugares en
los que la calefacción esté muy fuerte.
2- Evitar exponerle al humo del tabaco. Está demostrado que los
niños que viven en un ambiente en el que hay fumadores son más susceptibles a
sufrir infecciones en las vías respiratorias.
3- Hidratar muy bien su piel. Es la principal barreara con la
que cuenta el niño frente a los “ataques” medioambientales, por eso debe estar
en perfectas condiciones. Utilizar cremas que contengan emolientes y humectantes.
4- No exponerlo a cambios bruscos de temperatura ni a zonas en
las que pueda haber corrientes de aire. Lo mejor es que sacarlo a pasear en las
horas del día en las que los contrastes de temperatura son menos fuertes (a
media mañana, por ejemplo).
5- Si tiene hermanos y alguno de ellos sufre gripe, catarro u
otra dolencia, reducir en lo posible el contacto directo con ellos.
6- Lavarse las manos a menudo y, siempre, antes y después de
cambiarle el pañal.
7- Si los padres o cuidadores tienen algún síntoma de catarro o
gripe, lo mejor es que se pongan una mascarilla cuando vayan a estar en contacto
con el niño.
8- Cuidar la higiene de sus mucosas (lo mejor para ello es el
suero fisiológico), sobre todo en las estaciones más frías, en las que son más
propensos a padecer mucosidades.
9- Optar preferentemente por la lactancia materna. Los niños
que toman el pecho reciben a través de la madre las defensas apropiadas de
forma directa.
10- Nunca medicarlo sin consultarlo con el pediatra. Es muy
importante que sea éste quién determine la necesidad de medicarle o no, y,
sobre todo, que recete el fármaco más adecuado y las dosis e intervalos en los
que hay que administrárselos.
Fuente: Revista Consejos de tu Farmacéutico
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